SU UNIVERSO

Dentro de nuestro espacio hemos querido crear uno para ellos, para los niños, de momento principiantes en las letras y más adelante quién sabe... Quizá alguno se convierta en un fabuloso escritor, pero al menos, serán grandes lectores.

¡Ellos son el FUTURO!

30/6/08

Jaime no puede dormir...

Ayer por la noche Jaime iba a dormir conmigo para que papá no nos despertase al irse a trabajar. Cuando me he levantado esta mañana, había una hoja escrita por él, al lado de mi portátil:

DIARIO IMPROVISADO DE JAMES BOND
"Estoy aquí por la noche, sin poder dormir por culpa de mamá.
Me levanté a ponerme el aparato porque se me olvidó y, al cabo de un rato, me
encuentro a mamá ocupando toda la cama y yo sin un solo hueco. Así que me fui al
salón. Era ¡IMPOSIBLE! dormirse porque en la calle estaban celebrando que España
había ganado la Eurocopa, así pues me fui otra vez a la cama a ver si podía
dormir con mamá. Lo que hice es moverla, pero cuando la movía, se volvía a poner
en donde estaba. Al final estoy en su despacho, escribiendo esta
"chorrada".
Jaime. 10 años. 29 de junio

16/6/08

Educar (uffff!)

Educar es lo mismo que poner un motor a una barca...
hay que medir,
pesar, equilibrar......
y poner todo en marcha.
Pero para eso,
uno
tiene que llevar en el alma
un poco de marino...
un poco de pirata...
un poco de poeta...
y un kilo y medio de paciencia
concentrada.
Pero es consolador soñar
mientras uno trabaja,
que ese barco, ese
niño
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra
carga de palabras
hacia puertos distantes, hacia islas lejanas.
Soñar
que cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos
seguirá nuestra
bandera enarbolada.

Gabriel Celaya

6/6/08

RELATO DE CLAUDIA (10 años)

EL COCODRILO MARTIN

Había una una vez un cocodrilo que se llamaba Martín.

Tenía siete años y estudiaba en el colegio Cocodristol.

Como se iba haciendo mayor, le empezaron a salir las muelas cocodrilescas -un tipo de dientes que te salen si eres un cocodrilo, al cumplir los siete años y tres meses-

Hasta este punto de la narración, para los cocodrilos todo es normal, excepto que cuando a Martín le salieron las muelas le empezaron a doler los dientes.

Su mamá Noelia estaba preocupada porque los dentistas cocodrilos no tenían ni idea de la causa de aquel dolor que tanto inquietaba a Martín.

Pasaron dos años y a Martín le seguían doliendo los dientes. Su padre que era banquero, propuso ir a la ciudad humana a ver si los dentistas humanos sabían la causa de aquel dolor. Así que, un día hicieron las maletas y se fueron rumbo a la ciudad.

Aquí es donde llega el trauma ¡papá había perdido la dirección y para colmo, el GPS se había estropeado! Pasaron delante de una puerta que ponía 'Doctor Carlos, cuida sus dientes sin tocarlos' Se decidieron a entrar.

Cuando entraron, todos los que estaban en la sala de espera, salieron corriendo a refugiarse. Todos menos el doctor y su ayudante.

Papán le explicó lo que le pasaba a Martín, pero el dentista se negaba a atenderles, pues le daba miedo la cara de Martín, que por el dolor parecía ser capaz de arrancarle la mano de un mordisco.

Al ver Martín que el dentista no estaba dispuesto a ayudarle, empezó a llorar sin consuelo, pero sus lágrimas no terminaban de convencer a Carlos, que pensaba que fingía para comérselo vivo.

De ahí, la famosa frase que termina con: 'lágrimas de cocodrilo'
FIN.

(Pena no tener los medios para insertar el dibujo del cocodrilo)